jueves, 14 de octubre de 2010

A Chicago - Los amigos

Los amigos son cuantitativamente mas importante que una mudanza. Y sin embargo, cuanto mas tiempo quieren pasar contigo porque saben que te vas, menos tiempo tienes para pasar con ellos, precisamente, por el huracán en el que se convierte tu vida durante la mudanza.

Flor y Mariano nos homenajearon con una cena peruana en su casa, a la que atendieron varios de nuestros amigos. Fue un lujo, no solo aprendimos como hacer lomo saltado, pero además disfrutamos de la buena compañía.

Ellos, David, Maura y Sonia se turnaron para ayudarnos con los niños, y hasta nos echaron una mano empaquetando. Nos dieron un bello regalo de despedida. Un cristal de Svarosky, representando un delfín saltando del agua. Muchas veces los vimos desde nuestro barco en la bahía de vizcaya, y es un fantástico recuerdo que nos llevamos a Chicago.

Tuvimos una despedida en el Miamiko Jai-Alai Txokoa. Un típico txoko vasco. Nuestro cocinero guipuzcuano, Tomás, nos preparó unos pintxos de la leche, pimientos rellenos de bacalao, revuelto de setas (no pudo conseguir perretxikos), callos a la guipuzcuana (que son los únicos que me puedo comer, debe de ser el pimiento choricero que me puede...), tortilla de patata, ensaladilla rusa, y otros pintxos varios. Luego un gigante pez local, el grouper, al horno, con la salsita de aceite, ajo y sal. Una delicia. De postre, pastel de mouse de turrón. Todo regado de buen Rioja, claro está.

Después nos acercamos a un garito que estuvo genial, con buena música, David y Maura nos habían reservado una mesa con copas y botellas de alcohol, y estuvimos allí hasta la una de la mañana, que nos tocó volver a casa para relevar a los padres de Michelle con las niñas.

Michelle se fué con los tres niños y sus padres a Chicago, y yo me quedé a terminar el marrón del piso. Como Leo y Javier saben que quiero aprender a cocinar con una parrilla de carbón al estilo argentino, me invitaron a un asado en su casa entre semana, nada menos. Un homenaje que nos metimos allí los antiguos miembros de nuestro txoko de lujo. Aprovechando que me iba a Chicago, compré un Jamón, y allí mismo lo probamos. Regado todo de deliciosos vinos, fué una velada que puso la guindilla a la salida de Miami...

Como les dije a todos en la cena del txoko, si algo he aprendido con los años, es que las verdaderas amistades no se pierden, se enriquecen. Y si no, mire usted el ejemplo de mi primo Manuel y mi amigo Miguel. Los conozco a ambos desde que teníamos meses, y no hemos vivido en la misma ciudad mas de una año y medio en 36 años. Y sin embargo, fueron, han sido, siguen siendo, y serán mis mejores amigos, pase lo que pase. Con la cuadrilla de Miami Beach, no me cabe duda de que será lo mismo.

Y se que alguno pensara que hoy he escrito demasiado, pero es que mis amigos se lo merecen.

lunes, 11 de octubre de 2010

A Chicago - El Barco (II)

Hay solo dos maneras de llevar un barco de Miami a Chicago. O vas navegando por rios, o lo llevas en camión. Lo de navegar, no tengo un mes para hacerlo, y claramente el barco sufriría lo suyo en un viaje tan largo. Lo del transporte por carretera es mas práctico.

Tengo un amigo Argentino, que a su vez tiene otro amigo Argentino, que se dedica a transportar barcos. Déjeme, estimado lector, que le explique el proceso.

1. Hay que sacar el barco fuera del agua. Pesando casi siente toneladas, se necesita un equipamiento especial que esta disponible en algunos astilleros. Así que tuve que pasarme un día entero de un fin de semana soltando todas las amarras y defensas del muelle donde atraco el barco, quitando el panel solar, y todos los accesorios externos, para prepararlo para el transporte. Luego, navegué dos horas y media a motor, el último viaje en el Atlántico, y subir por el rio de Miami, pasar por debajo de siete puentes, cinco de ellos de báscula, hasta que llegué al Astillero Norseman. Una vez allí, sacaron el barco del agua. $350.

2. Hay que desmontar el mástil, recubrirlo de plástico, y guardar todo el cableado dentro del barco. El mástil de 17 metros, luego se pondrá en el camión, junto al barco. Coste, $750, cuatro trabajadores y una máquina especial para izar el mástil, 7 horas de trabajo.

3. Hay que subirlo al camión, y ajustar todo para que el barco no se mueva. Coste, $250.

4. Hay que pagar al transportista para que tres días mas tarde, el camión recorra los 2,200 kilómetros y llegue a la marina donde va a quedar el barco en invierno. $4,250.

5. En Chicago, los barcos están en dique seco desde Octubre hasta finales de Abril. Coste en la marina Skyway Yacht Marina, $1,200 por la temporada.

6. En invierno, hay que preparar el barco para que no se congele ninguna tubería o incluso el motor. $350.

7. Finalmente, la nieve no le va bien a los barcos tampoco, así que hay que cubrirlo de plástico adhesivo que va sobre una estructura tubular y de madera. $450.

Saber que la hibernación del barco tendrá lugar cerca de mi nueva casa, no tiene precio...

Que pena que organizar el tema del barco no fuera lo único que había que hacer...

Nota de interés, la distancia entre Miami Beach y Chicago, es la misma entre Bilbao y Copenhague. El barco ya llegó a su destino, y esta siendo preparado para su hibernación...

A Chicago - El barco

Primero me plantee vender a Nerea, nuestro barco de vela, Catalina 30 MK II. Pero le he dedicado demasiadas horas de proyectos de mantenimiento y de mejora para venderlo sin mas. Pero tenemos tres niños, y deberíamos de comprar un barco mas grande. Y así estuve, mes y pico, pensando si venderlo o no. Al final, decidí llevarlo a Chicago.

La penúltima navegación que el barco tuvo en el Atlántico fue la primera semana de Septiembre. Estuvimos Mimi, los tres niños, y mi compañero Max. Un tipo estupendo, que vino de Alemania como parte de un programa de entrenamiento para futuros jefes. Muy inteligente, lógico, trabajador, y creativo. Una pena que se nos haya vuelto a Alemania a continuar con su trabajo. Será un placer volver a verle igual que lo fué trabajar juntos. Vino al barco con su madre, un amigo de su madre, y una amiga de él. Andoni disfrutó por última vez de una baño en la bahía de Vizcaya desde la popa del barco. Me ayudaron a bajar la vela de proa, su último viaje en el Atlántico, será a motor.

Finales de Agosto, Septiembre y Octubre van a ser de locura, con la mudanza, alquilando nuestro piso de South Beach, buscando uno en Chicago, comenzando en una nueva oficina, transportando el barco, etc... De hecho, hay tanto que hacer, que uno ni se plantea lo triste que puede ser el mudarse. Esa noche, sin embargo, cuando guardaba la vela, era consciente de que lo hacía por última vez en ese muelle. La próxima vez que la hice, será a 2,253 kilómetros de distancia. Es verdad que nos vamos a Chicago...