domingo, 29 de enero de 2012

Reuniones y mafiosos

La primera vez que volví de Reynosa, lo hice con pena y con alivio al mismo tiempo.
La gente que conocí y que veo cada vez que tengo reuniones por esos lares, no solo es encantadora, si no que además, rebosan hospitalidad. Y cada vez que vuelvo. Profundizan mas las amistades, y se multiplican los asados...
Por otro lado, me explicaron el peligro que se corre con los narcos. No de que es peor, la violencia indiscriminada a la que se ven sometidos, obligando les a quedarse en casa al atardecer, o el no saber lo que está ocurriendo, porque los narcos tienen la prensa aterrorizada, y la única manera de saber en que barrio están hoy los tiroteos, es siguiendo los comentarios de la gente que hace en el twiter.

Cada vez que vuelvo, la violencia está igual de mal, o peor. Hace tres meses, tras pasar la noche en Reynosa, teníamos reuniones en el lado estadounidense de la frontera. Por la mañana, me comento un compañero que mejor nos quedábamos del lado americano, que alguien se había cargado al gallo, uno de los jefes locales del cartel del golfo, y que se había liado una a tres bandas toda la noche entre dos grupos de ese cartel, y los zetas que querían regresar a Reynosa.

Y entristecido de no poder pasar mas tiempo con ellos, y apenado que tengan que quedarse allí en esas circunstancias, salí para no volver en tres meses... Donde de nuevo oiría del gallo.

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