miércoles, 19 de mayo de 2010

Apuntes desde el campo de tiro (I)

Juanito el Caminante colecciona armas de fuego, hábito bastante usual en este pais de Clint Easwood. Curiosamente, en la matrícula delantera de su coche ha puesto: ¨Vamos, alégrame el día¨.

Nos juntamos unos cuantos compañeros de la oficina y después del trabajo, fuimos a un campo de tiro. Juanito puso el arsenal. Éramos cinco, pero había cinco pistolas y tres metralletas (versión antigua del AR16, versión moderna, y un AK-47). Mi interés era aprender como disparar, y mas importante aún, como inutilizar un arma. Es decir, sacar el cargador y quitar la bala de la recámara. Tengo demasiados amigos con armas en casa y/o en el coche, como para no preocuparme si estoy con mis hijos en su casa, y uno encuentra una pistola...

Lo primero que me llamó la atención, es que lo único que nos pidieron para entrar fue el carnet de conducir, para asegurarse de que éramos mayores de edad. Luego, nos hicieron firmar un papel diciendo que no les caería un juicio si resultábamos heridos en el campo de tiro.

Hay guardas que se aseguran de que uno dispara solo cuando debe, como por ejemplo, después de que todo el mundo ha colocado sus blancos. Como ese día de semana, había un descuento para los padres que traían a su hija al campo de tiro, cuando nos dejaron entrar, vimos una niña de 12 años con prismáticos indicándole a su padre si los tiros del rifle francotirador que tenía, quedaban bajos o altos.

Otra niña de la misma edad, en cuanto el guarda no miraba, cogía la metralleta de asalto de los SWAT que tenía su padre, y vaciaba el cargador en el blanco. La tercera chavala que vimos, estaba colocando balas en el cargador de las pistolas de su padre. En fin, que no recomendaré a mis hijos que se peleen con nadie en la escuela, y ahora entiendo porque en muchas de ellas hay detectores de metales a la entrada...

Lo di disparar con una pistola no tenía mucho misterio, y lo de inutilizarla tampoco. Eso sí, no es fácil darle al blanco a mas de 10 metros sin algo de práctica.

El AK-47 no dimos al blanco ni una vez porque no estaba bien ajustado. Con los AR16 tuvimos mejor suerte. Yo simplemente probé todas las armas, aprendí a inutilizarlas, y me dediqué a observar a los que teníamos alrededor.

Definitivamente no tenía nadie allí un arma que uno pudiera adquirir de manera legal en España, a no ser que fuera un escolta y moviera mucho dinero, y sacara los permisos para poder tener una pistola.

Y de repente, se oyó una explosión...



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