viernes, 5 de marzo de 2010

El Faro de Colón (Fin)

Tras enviar el artículo anterior, me acerco a mi puerta de embarque. Me espera otro control de seguridad. Miran de nuevo mi equipaje de cabina, y una mujer, no un hombre, me cachea. Me recuerda a cuando los pikolos asaltaron mi puesto de socorro en Laga. Bueno, esa es una larga historia, si me acuerdo, la contaré otro día.

Subo al avión, y según despega, gira hacia el oeste y sobre vuela toda la isla. Me sorprende la cantidad de follaje que tiene, hasta que llegamos a la zona montañosa que separa Santo Domingo de Haití, y de repente, se convierte en una zona semidesértica. Recuerdo el otro libro que me regaló Mi Senador, "Collapse, how societies choose to fall or succeed", de Jared Diamond. En él, hay un capítulo donde se explica como parte del colapso de la sociedad haitiana cuando se compara con Santo Domingo, es el hecho de que los primeros deforestaron completamente su lado de la isla, y los segundos no. Esto trajo una serie de consecuencias, entre ellas, la erosión del suelo.

Llego a Miami, paso por aduanas, espero una hora a que salga la maleta, y a casa a desayunar con la familia. Hasta me han comprado el cruasán y la napolitana de chocolate. Me sumerjo en el placer de estar con mi segunda familia, no por importancia, si no porque de la primera siempre fui parte, la segunda la cree yo con Mimi.

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