lunes, 1 de marzo de 2010

El Faro de Colón (III)

Esta mañana, tras un espectacular desayuno de frutas tropicales, taxi al muelle, esta vez el coche era nuevo (tendría unos 3 años), y todo funcionaba. Ahora que veo como se conduce aquí, entiendo las influencias que la inmigración a tenido en Miami. Los semáforos muchos no funcionan por los apagones eléctricos en los barrios donde mucha gente roba la electricidad. En las intersecciones, la gente se turna a cruzar de manera desordenada, pero altruista y efectiva.

En el muelle, tras esperar una hora, aparecieron mis padres a las 10 a.m. El crucero muy bien, lo mejor la comida, que tal el retoño, que tal Mimi, y taxi al hotel para dejar las cosas e irnos a comer. Mi querido amigo dominicano con el que trabajo me recomendó unos cuantos restaurantes. A él le llaman en la oficina el "Caballero del Pony (Low Rider)", porque siempre tiene la silla lo mas baja posible, y ni se le ve la cabeza cuando uno pasa por el pasillo donde está su cubículo. Comimos de lujo, langosta a la parrilla y masa de cangrejo. Esta vez, no pedí vino.

Hoy era el día de la independencia, señalando la fecha en la que los dominicanos se alzaron contra la invasión haitiana hará mas de un siglo. Vimos a la guardia presidencial de camino al restaurante, y paseamos por el malecón. Me parece la ciudad una mezcla entre un pueblo andaluz, como Écija, y Las Palmas, con sus palmeras y coches americanos. Mucha presencia colonial, tanto en la arquitectura como en los monumentos. Pasamos por el impresionante Faro de Colón. Es una construcción moderna, donde se ha hecho un museo, y que estrenó el Papa en su primera visita a la isla. Curiosamente, el Papamovil estaba enfrente del faro.

Los dominicanos, insisto, gente encantadora. Hemos vuelto al hotel a por las cosas y vamos al aeropuerto. Ya hemos pasado cuatro horas juntos, esto es vida!

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